Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura by Kenzaburō Ōe

Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura by Kenzaburō Ōe

autor:Kenzaburō Ōe [Ōe, Kenzaburō]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 1966-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Caía ya el invierno. Una tarde salimos a pasear en bicicleta por los parajes próximos al barrio residencial donde vivía mi patrón y por los campos de cultivo de los alrededores. Yo montaba una bicicleta oxidada y D. le había pedido prestada a la enfermera la suya, nueva, flamante. Tomamos la casa de D. como centro y aumentamos progresivamente el radio de nuestros círculos; unas veces pedaleábamos por zonas en construcción, otras veces abordábamos taludes en dirección a los campos colindantes al barrio residencial. Estábamos empapados de sudor, nos sentíamos deliciosamente libres y nuestro júbilo iba en aumento. Y hablo de nosotros, incluyendo a D., porque ese día también él estaba de excelente humor: ¡silbaba! Silbaba una sonata de Bach para flauta y clavecín titulada La siciliana. Cuando estaba en el instituto, antes de empezar a prepararme en serio para los exámenes, había estudiado flauta; por eso reconocí el tema. Nunca toqué demasiado bien, pero, eso sí, cogí la mala costumbre de levantar el labio superior como los tapires. Algunos amigos decían que eso se debía a mis dientes mal alineados; lo cierto, sin embargo, es que los flautistas suelen tener perfil de tapir.

Mientras pedaleaba, silbé al unísono con D. la melodía de La siciliana. Tiene un ritmo elegante y sostenido. De tanto pedalear empezó a faltarme el aliento, y mis silbidos parecían una sucesión de secuencias entrecortadas, pero D. estaba fresco como una rosa y silbaba sin dificultad. Humillado, dejé de esforzarme. En cambio, D. continuaba y, a la vez que redondeaba los labios como una carpa que abre la boca para respirar, me miraba sonriéndome dulcemente. Aun teniendo en cuenta la diferencia entre una bicicleta vieja y una nueva, era lamentable que no fuera a D., con sus veintiocho años, su menuda estatura, su mal estado de salud, sino a mí, un joven estudiante de dieciocho años, delgado pero alto, a quien le faltara la respiración y acusara la fatiga resoplando como un fuelle. Aquello me parecía extremadamente indignante e injusto. Todo mi buen humor había desaparecido y ya no sentía más que aversión por aquel trabajo que había aceptado desempeñar.

Entonces, de repente, levantando las caderas del sillín y pedaleando con todo el peso de mi cuerpo, empecé a forzar la marcha, como en una competición. Tomé a posta un camino de gravilla, entre cultivos de hortalizas. Cuando me volví al cabo de un instante, en medio de la gravilla que saltaba en todas direcciones, vi que D., inclinado sobre el manillar, alzando sin cesar su cabezota redonda entre sus estrechos hombros, se había lanzado en mi persecución poniendo todo su empeño en la batalla. Paré en seco, descansé un pie sobre la alambrada espinosa que protegía los cultivos, y esperé a D. Por un momento, me avergoncé de mi comportamiento pueril. Sacudiendo a un lado y a otro la cabeza, mi patrón llegaba a toda velocidad. Entonces advertí que su fantasma había bajado a visitarle. D. venía por la parte izquierda del camino, y si



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.